MININOTICIERO DE ALEJANDRO.

Columna invitada de Alejandro Alemán Treviño

Columnistas / Lidia Rita Bonilla Delgado / 27 de mayo de 2019

FRASES   P´A LOS BRONCES.

Las bodas son las exequias del amor.   Alejandro

Vuelva, vuelva caballero, no sea tan descortés, de las hijas que yo tengo, escoja la más mujer.

Estribillo de una canción infantil.  

 


Hace 1000 años, encontrar esposa era de lo más simple . “Dajud, te doy de dote 200 cabras para casarme con tu hija fátima. Mira Salomón, Fátima ya es vieja, tiene 21 años, mejor te doy a Miriam que tiene 14 y ya tiene su período, te garantizo su virginidad o te devuelvo las cabras”. Pasaron los siglos y la mujer continuó siendo objeto de comercio, pero poco a poco las costumbre fueron cambiando. A la mujer no se le permitía  estudiar ni trabajar, pero debía  llegar virgen al matrimonio; por eso es una falacia que Doña Josefa Ortíz fue Corregidora de Querétaro, a la pobre  no la dejaban ni barrer la banqueta del Palacio Real. Además de la obligada Dote y de la virginidad al calce, se inventaron una serie de protocolos necesarios para que la Unión fuera aceptada por la Sociedad. En el tiempo en que el Catolicismo era obligatorio; la pretensa debía haber cumplido con todos los deberes del culto y además haber tenido su fiesta de 15 años, para ser exhibida en aparador al mejor postor. Con las Reformas, no solo debían casarse religiosamente, sino que el matrimonio por el Civil fue obligatorio, o como llamaba la gente de aquella época, debían “acivilarse”. Ninguna pretensa aceptaba solo el matrimonio por lo Civil. Pasó el tiempo, inexorable, y los protocolos también; había que haber “Petición de Mano”, Despedida de Solteros y claro Boda, Tornaboda y viaje de “Luna de Miel”.- Actualmente, se acostumbra ya tener un acuerdo “Prenupcial”, que viene siendo el doble cerrojo del matrimonio.

Cuando un varón  se casa, se echa un yugo encima, grilletes en los tobillos, porque se compromete a comportarse de acuerdo a una serie de reglas sin ningún sentido, y aunque éstas son obligatorias para ambos contrayentes, es al varón al que restringe su libertad. A la esposa no le afecta en lo más mínimo. “No voltees a ver a un cromo de mujer que pasa en “bikini”, no bailes con nadie que no sea tu señora esposa; no tomes café con la compañera del trabajo que casualmente te encontraste; no tomes cerveza y grites obscenidades mientras ves un partido de futbol en compañía de tus “cuates”, los fines de semana; jamás cuentes chascarrillos obscenos o albures barbajanes;  jamás se te ocurra asistir a una fiesta sin tu conyugue a la palestra y por supuesto, jamás tengas una relación sexual (homo o heterosexual) so pena de que  te corran de la casa, se tramite el divorcio y te impongan la obligación de la manutención de los “retoños” menores de edad. Las esposas están exentas de estas necesidades espirituales y por lo tanto llevan siempre  mucha ventaja. A la mujer le basta ser madre y progresar en las actividades a las que se dedica. Esta es la causa de tanto divorcio, por eso Enrique Peña, Silvia Pinal, Marìa Fèlix, Lupe D`alessio, Vicente Fox, Martha Sahagùn y 10,000 màs se divorciaron. Estoy “tamañito” que mi señora esposa, a quién prometí amar hasta que la muerte nos separe, lea este inocente e inocuo artículo.                                                                                                                                                                     L                                   

La estupidez humana es inconmensurable

                          ALEJANDRO