Américo, con sensibilidad, sencillez y gentileza sirve al Pueblo

Columnistas / René Martínez Bravo / 18 de septiembre de 2023

Cada gobernador tiene su estilo para gobernar, su firma, y es así como muestra la esencia de su formación, no la académica, hablo de su naturaleza, sus valores, principios, que seguramente su actitud viene del ejemplo aprendido desde su infancia, del núcleo familiar.

Claramente se nos viene a la mente, aquellas fastuosas y elegantes cenas de Independencia ofrecida por el ex gobernador Cabeza de Vaca y anteriores, viandas y bocadillos exquisitos, aderezados con las mejores especies y acompañados de finos vinos y licores, amén del tequila, por aquello de ir con la tradición de las fiestas de
Septiembre.

A esas comilonas solo entraban invitados de refinado gusto, cómplices, amigos y familiares del gobierno en turno, ni de chiste permitían que el ciudadano de a pie se infiltrara, la chusma afuera del palacio celebrando de a como puedan, y más allá de las paredes del edificio de gobierno, protegidos, escondidos de miradas curiosas, la clase privilegiada disfrutaba con los de su estirpe, "hay niveles decían".

Gran diferencia vimos esta pasada fiesta de "noche del grito" en Tamaulipas, la encabezada por el gobernador de la Transformación, Américo Villarreal Anaya, humanista y sensible, generoso, sencillo, amable y caballero como lo fue también su padre.

Y en verdad, que la celebración del pasado viernes por la noche, fue una celebración muy diferente, que sin duda dejará una huella imborrable entre los tamaulipecos.

La conmemoración del grito de independencia ha sido un día histórico en Tamaulipas.
El gobernador Américo Villarreal Anaya sentó precedente al abrir las puertas del palacio estatal a todos los que asistieron a la celebración, para compartir una cena en la que el mandatario y su esposa María de la Luz, sirvieron personalmente los alimentos a sus invitados de honor: las familias del pueblo.
A diferencia de otros, el gobernante quizo brindar sus atenciones a la gente, en contraste enorme con la administración anterior, que no permitía el libre acceso a la gente, ni siquiera cuando iba a palacio para tramitar asuntos de rutina.
Ahora, en la 4T, Américo no solo abrió las puertas del inmueble a todos los tamaulipecos, en realidad abrió su corazón, en una demostración de humildad, sencillez y sensibilidad.
Tal actitud habla de una persona que siente, convive y disfruta, al igual que todos sus conciudadanos, las emociones de una fiesta nacional.
La noche del grito vimos a un mandatario cercano a la gente y feliz de servir, como nunca lo habíamos visto en estas tierras, donde los habitantes ya estaban cansados de desplantes de soberbia, prepotencia y discriminación.
Ese gesto de humildad, le permite a Américo establecer vínculos de cercanía con sus representados, pues se entrega como un verdadero servidor del pueblo, siempre atento a las necesidades sociales y dispuesto a utilizar todos los recursos a su alcance para resolver las necesidades de la comunidad.
Américo mostró una cara muy humana que da confianza y anima a la gente a acercarse con agrado a su gobernador, que permite la oportunidad de expresar necesidades y ofrece la mano para recibir esas demandas, con la certeza de que todos serán escuchados y atendidos.
Es el humanismo mexicano en su máxima expresión.

Muchos años hace que no veíamos una actitud semejante en un gobernante, Américo Gobernador, el amigo sincero, accesible y dispuesto a escuchar, es lo que el pueblo requiere, no más soberbia, ni abusos, ni atropellos, la gentileza y atención es cotidiana en esta administración.

Hasta la próxima

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